Albert Lleonart, 35 años, Barcelona. Expedición a Kap Farvel.

¿Cómo se te ocurrió apuntarte a la expedición a Kap Farvel?

Últimamente estaba haciendo las vacaciones en destinos de montaña y quería cambiar un poco porque, a raiz de una lesión que tuve, no podía cargar mucha mochila y también por cambiar un poco de lugar. Siempre he ido a Africa, India o Sudamérica, y quería tirar un poco más al Norte.

La jornada, ¿cómo era más o menos? ¿cómo era el ritmo?

Empezar a las siete más o menos, desayuno y cada uno a preparar su ropa y sus cosas, recoger las tiendas, meter todo en el kayak, montar y empezar la ruta. Luego ya, dos o tres horas seguidas de kayak para adelantar el recorrido por si acaso el tiempo empezaba a cambiar. También era importante ir mirando bien las playas para saber cuáles eran los sitios buenos para desembarcar. En esta zona no puedes parar en cualquier sitio y está bien prever esto por si cambia el tiempo y tienes que dar la vuelta. Luego parábamos a descansar, luego otras dos horas antes de parar para comer y, después, depende de cómo estuviera el tiempo y lo que hubieramos recorrido, seguíamos o acampábamos. En realidad se decidía sobre la marcha. Hacíamos un plan en el mapa por la mañana y, a partir de ahí, lo que pudiéramos hacer. Si llegábamos, mejor. Si no, lo intentábamos recuperar al día siguiente. Cuando llegábamos al sitio, campamento. Montábamos las tiendas, recogíamos todo lo de los kayaks y nos poníamos a hacer la cena o alguien iba a por agua… No había tiempo de aburrirse. Cenábamos a las ocho o así, y a dormir pronto porque estábamos bastante cansados.

Te quería preguntar, ¿qué tal Germán como guía?

Bien, muy bien, porque era bastante prudente ante las situaciones. El hablaba primero y luego nos preguntaba qué queríamos hacer. Y los demás, evidentemente, le decíamos que sí, se entiende. Nunca hubo ningún problema en este sentido. Se hace esto y ya está. El tiene la experiencia.

¿No pasó nunca que alguien mantenía una opinión contraria?

No, no. Aunque parezca un poco raro que cuatro personas se encuentren por primera vez y se lleven bien de principio a fin, sucedió así. No hubo ningún tipo de problema en nada.

Está claro que Kap Farvel es un viaje para gente que sabe a dónde va, ¿no?

Sí, un poquito sí. Gente que tenga un poco de experiencia y que no tenga mucho reparo en situaciones así, situaciones un poco límite… Límite entre comillas, ¿eh? Límite, teniendo un teléfono de satélite, pues de límite no hay nada. Te resguardas en algún sitio y que te vengan a buscar.

¿Hicisteis algún tramo de mar abierto?

Estuvimos en dos puntas, cabos en mar abierto, pero no llegamos a hacer realmente el tramo a Kap Farvel. Aquí tuvimos el problema porque nos tocaron tres días de mal tiempo, tuvimos el Foehn este que nos dejó aislados dos días y medio en una playa, con viento de ciento y pico por hora, y se nos truncaron los planes. No pudimos llegar hasta el final.

¿Os impresionó Aappilattoq, tan perdido del mundo?

Era un pueblo bastante curioso pero yo no diría perdido del mundo porque tiene comunicación, tiene de todo. Está aislado porque a partir de estos tres meses de verano, todo el resto del año están totalmente bloqueados, sólo se ven entre ellos, es como una comuna. Tampoco es que estuvieran sorprendidos de vernos a nosotros… ¡aunque a la chica sí! Hicimos una noche en una casa albergue que nos dejó el jefe de allí, nos pudimos duchar, que ya fue un éxito, comprar comida y, nada, al día siguiente otra vez a remar. Ten en cuenta que de los catorce días de travesía fue la única vez que vimos a alguien. El resto de tiempo, los cuatro solos, que fue guapo para mí. No ver a nadie, sólo a un pescador con alguna foca y nada más.

La comida, ¿cómo os organizábais?

Llevábamos para los días planeados y un poco más. Y bien, la verdad que bien. Primero para el trekking en las mochilas y luego, donde los kayaks, estaban los bidones que cargamos con comida para diez o doce días, y aún sobró comida.

¿Qué comíais?

Desayuno con tostadas de esas integrales porque no teníamos pan, claro. Luego, atún, latas, chorizo, unos tés, unas sopas… Eso en las paradas y, de cenar, cus cus, espaguetis, arroz, lentejas…

Respecto al equipo de kayak, ¿cómo lo valorarías?

En general los kayaks muy bien, los remos y cubres también, y la ropa. Todo bien.

¿Las bolsas estancas?

Perfectas. Yo me quedé sorprendido de la cantidad de cosas que caben en el kayak, y eso que íbamos con uno doble.

¿Ibais con uno doble?

Sí, yo y Pedro, el otro compañero de Madrid, íbamos en uno doble. Germán y la chica iban en individuales. Fue porque desde el principio dije la verdad, que no tenía mucha experiencia en kayak y pensé que con el doble iría mejor.

¿Germán decidió que fuérais en uno doble?

Sí. Germán, prudente, decidió que iríamos en el doble.

¿Qué es lo que más te gustó de todo el viaje?

Pues toda la inmensidad. La escala de las cosas, que no es creíble. Estás en un lado de un fiordo y piensas que hay trescientos metros a una pared y resulta que hay novecientos. Y todo era así. Todo lo salvaje, todo natural, todo prehistórico. Me quedé impresionado por el paisaje, me lo esperaba más desolado, no con tanta vegetación… El suelo, ¿eh? Las paredes ya no.

¿Pasásteis frío en algún momento?

Sí, pero por tontos. En las manos.

¿No llevábais guantes de neopreno?

Llevábamos manoplas de neopreno pero como veíamos que el guía no las llevaba, pues bueno, nosotros tampoco. Pero claro, comparas la mano de Germán con la de cualquiera y eso es una paleta, que no nota el frío ni nada. Y la manopla no la llegué a probar.

¿Os las dejásteis en los bidones?

No, ¡estuvieron en el kayak todo el viaje! Nada, masoquismo puro.

¿Hicísteis la cena tradicional en el Hostel?

Sí, sí. Yo, sorprendido, porque entre foca y ballena y demás, nunca lo había probado y la verdad que valía la pena, me gustó.

¿Tuvísteis auroras?

Durante tres o cuatro noches en el viaje vimos trazas, pero no las vimos completas hasta que no llegamos a Qassiarsuk, al Hostel. Allí las vimos dos noches seguidas y bastante bien, ¿eh?

Se me olvidaba preguntarte: ¿qué tal los icebergs desde el kayak?

Muy guapo, espectacular cuando ves uno grande. Pero no tuvimos tantos en Kap Farvel como los que había en otros sitios.

Pues nada más Albert, muchas gracias… Por cierto, ¿has vuelto a hacer kayak?

No, ¡no he hecho! (risas)… No porque le cogiera manía. Hice el kayak porque me atraía el viaje, si era en kayak en kayak, como si había que ir con patines. Fui por ver ese sitio y verlo de esa manera. En una zona de fiordos no puedes ir caminando porque no avanzas, necesitarías un mes, y en una embarcación vas demasiado de prisa. Sin embargo, con el kayak no te quedas corto ni te pasas… Si organizáis otra nueva exploración, ¡igual vuelvo a probarlo!